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Inicia el Casals, festival de todos... y de nadie


De todos y de nadie. Así es la música. Y la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Y el Festival Casals. Sí, de todos y -por lo tanto- también de nadie. Son de quien los valore, de quien los respete, de quien derive placer de ellos, de quien los cuide… y de nadie más.

Sesenta años después de su nacimiento, el Festival fundado por don Pablo Casals inicia mañana una nueva edición anclado a esta certeza y al hecho incuestionable de que el arte -en este caso la música- es no solo un oasis estético, sino también un recurso invaluable para enfrentar los desafíos que nos impone la realidad que vivimos.

Con el maestro Maximiano Valdés -director artístico del Festival- en el podio de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, y con el Teatro de la Universidad de Puerto Rico como escenario, el programa inaugural -que se llevará a cabo mañana sábado a partir de las 8 de la noche- incluye el estreno mundial de la Sinfonía Núm. 5, “Río Grande de Loíza”, de Roberto Sierra, para coro y orquesta -con la Coral Lírica de Puerto Rico, dirigida por Jo-Anne Herrero- y las “Cuatro últimas canciones”, de Richard Strauss, con la soprano Christine Goerke como solista.

La velada musical comenzará con el “Preludio festivo para órgano y orquesta, Op. 61” -también de Strauss- con el maestro Andrés Mojica como solista, y culminará con la segunda de las suites de “Dafnis y Cloé”, de Maurice Ravel.

Sierra y su homenaje a Julia de Burgos

“Esta obra nace como una comisión que me hace el Festival Casals, con la sugerencia del maestro Valdés de que fuese una composición para coro y orquesta”, nos dijo el maestro Sierra el miércoles pasado durante el ensayo de su obra, justamente el día del aniversario 102 del nacimiento de Julia de Burgos.

“Siempre me han interesado las voces y su integración con la orquesta. En esta comisión vi la oportunidad de explorar esa avenida. Aunque la figura de Neruda pasó por mi mente cuando reflexionaba sobre la manera de acometer este compromiso, decidí rendir tributo a nuestra Julia de Burgos, sin duda una de las grandes voces de la poesía en todo nuestro continente”.

La gran oda de Julia al Río Grande de Loíza fue el cauce que el maestro Sierra decidió navegar para acercarse a esta inmensa mujer “de una manera intertextual”. “Es una fusión entre el texto poético y el texto musical, con el coro como protagonista durante toda la obra”, explica el compositor. “Le pedí a Virginia, mi esposa, que escribiera algo breve, un verso pequeño como una especie de súplica introductoria, como una invocación al espíritu de Julia en el que se le pide a la poeta ‘Julia, danos tu voz’, para poder llegar a ella desde mi música, con mucha reverencia y una admiración y agradecimiento profundos”.

Para Roberto, esta comisión plantea también la oportunidad de “regresar a casa”, de volver a su tierra y a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, donde los maestros que la integran son como su “familia”. “El Casals sin duda es un marco bellísimo, y su alma, sin duda, es nuestra Orquesta Sinfónica”, apunta el maestro, quien desde hace muchos años es profesor en la Universidad de Cornell, en Ithaca, Nueva York. “Para mí, lo más importante en volver a mi orquesta, a este grupo de músicos excelentes que son como mi familia. A muchos de ellos los conozco desde jovencitos cuando todos estábamos en el Conservatorio de Música de Puerto Rico”.

Muy entusiasmado con la recepción que ha tenido la grabación de su Sinfonía Núm. 3 “La Salsa”, con la Sinfónica de Puerto Rico y candidata a un premio Grammy, Roberto asegura que vive con la conciencia plena de que debe renovarse constantemente, “en una espiral eterna”. “Mientras más avanzo, más hacia mi interior miro”, reflexiona. “Quiero expresar la esencia de lo que soy, siendo puertorriqueño, esté donde esté. En esto estoy enfocado. Y en el trabajo. Nunca quedo muy contento con nada de lo que hago”.

Goerke y Strauss

Feliz con su primera visita a Puerto Rico, la soprano Christine Goerke dice a El Nuevo Día que al mirar por encima de su hombro ve un camino lleno de trabajo para llegar a donde está, con una carrera más que brillante, con estaciones en los mejores teatros del mundo, con las orquestas y los directores más célebres, especializada en repertorios de gigantes como Richard Wagner y Richard Strauss.

“De niña quise ser de todo, desde astronauta hasta princesa, pero todo cambió cuando en la escuela elemental entré en contacto con los instrumentos musicales”, recuerda. “En cuarto grado comencé a tocar el clarinete. De niña era muy tímida y en la música encontré la manera idónea de expresarme. Cuando llegué a la universidad, me di cuenta de que podía cantar y -tristemente para mí en esos momentos- de que cantaba mejor de lo que tocaba varios instrumentos. Comencé en un coro y pronto estaba ya cantando como solista”.

(Las "Últimas cuatro canciones", de Richard Strauss, con Jessye Norman)

Christine explica su pasión inmensa por la música con la certeza de que, al interpretarla, es parte de algo “infinitamente más grande” que ella. “Cuando canto algo que amo y desde las primeras notas me siento como flotando, me doy cuenta de que esto es lo que más amo, sin importar cuantas veces haya cantado una obra”, asevera. “Este es el caso de las ‘Cuatro últimas canciones’ de Strauss. Esta obra la estrenó en 1950 la soprano noruega Kirtsen Flagstad, no solo por su gran voz, sino por su talento para mantener notas muy largas. Son unas canciones bellísimas. Mi favorita es la tercera. Con el paso del tiempo, cada vez que las canto, la letra y la música significan algo distinto para mí. Me siento muy afortunada de que sea con esta obra con la que me presente por primera vez en esta isla tan hermosa. Acabo de llegar y ya llamé a mi esposo para decirle que tenemos que venir pronto aquí de vacaciones”.

Andrés Mojica al órgano

El maestro Andrés Mojica, solista en la obra con la que comenzará el programa, dice que el “Preludio festivo” de Strauss es una obra idónea para iniciar el Festival, con un tono jubiloso que contagia siempre al público. “Esta obra la dirigió el propio Strauss en su estreno, para inaugurar la sala de conciertos de Austria y su órgano”, explica Andrés. “El órgano abre con una larga introducción al estilo coral, con siete compases, para dar paso a la orquesta. Es una obra de una sonoridad inmensa, no muy extensa, estupenda para comenzar la celebración del sesenta aniversario del Festival Casals”.

Andrés añade que el público debe aprovechar oportunidades como esta para disfrutar de la majestuosidad del sonido del órgano del teatro de la Universidad de Puerto Rico. “El órgano es estupendo y está ahí para ser usado y disfrutado”, apunta. “Yo hago ahí al menos un programa al mes, pero no es suficiente. Ojalá le demos un uso mayor”.

(El ¨Preludio festivo para órgano y orquesta", de Strauss, dirigido por Kirill Petrenko)

(Este artículo fue publicado originalmente en la edición impresa de El Nuevo Día del 19 de febrero de 2016)

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