La incandescente belleza de “Un réquiem alemán" en el Festival Casals
Porque la vida termina, porque la existencia es apenas un suspiro entre dos silencios eternos, porque nada dura para siempre, porque solo a través de la muerte es que la vida tiene sentido. Por estas razones -y varias más- “Un réquiem alemán, Op. 45” -de Johannes Brahms- es una obra tan inmensa como incandescente en la que su autor, lejos de llorar la muerte, celebra la vida y convoca al consuelo.
La tercera velada del Festival Casals -mañana sábado, a partir de las 8 p.m., en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico- será dedicada íntegramente a esta bellísima joya, con el maestro Maximiano Valdés a la batuta de un elenco integrado por la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, la Coral Filarmónica de San Juan -dirigida por la profesora Carmen Acevedo Lucío- la soprano Ruth Ziesak y el barítono José Antonio López.
“Una obra tremendamente serena”
“Brahms ha sido siempre un compositor particularmente querido por los músicos y por el público”, dice el maestro Valdés a El Nuevo Día, poco antes del inicio del ensayo del pasado miércoles. “Es sin duda uno de los grandes compositores de la historia, que representa una vertiente del romanticismo que es especialmente cercana a mi formación. Su ‘Réquiem’ posee páginas de una belleza extraordinaria y reúne la esencia de lo que es el pensamiento de su autor. Desde el punto de vista religioso, este es un réquiem especial, ya que no sigue la liturgia católica. El réquiem católico es una misa de difuntos, con una serie de oraciones que pintan el terror ante la muerte y la esperanza salvación, pero en el que la muerte es vista como un momento catastrófico en la existencia, siempre con el referente del temor a la ira de Dios”.
Según explica el maestro Valdés, “Brahms usa una serie de textos que provienen de lo Salmos, de algunos evangelios, de una carta de Pablo a los Corintios y también de algunos de los pasajes de Hebreos, citas no necesariamente unidas entre ellas”. “A lo largo de la obra Brahms nunca nombra a Cristo y esto refuerza el espíritu ecuménico de la composición y plantea una relación más directa creyente con dios, sin la mediación de una iglesia”, comenta. “Con su ‘Réquiem’, Brahms nos invita a mirar la muerte de una manera serena, como un paso inevitable que se da con esperanza, nunca con pavor o con dolor. Es una obra tremendamente serena, un réquiem de vida, en el que podemos apreciar a Brahms en diversas etapas de su trayectoria”.
Fue en el 2005 cuando el maestro Valdés tuvo la oportunidad de dirigir por primera vez “Un réquiem alemán”, durante un verano en la ciudad de Chicago, y desde entonces lo ha abordado en varias ocasiones, en un proceso en el que su aproximación a la obra se ha transformado.
“La primera vez que la dirigí, aquel acercamiento tuvo mucho que ver con el texto, muy anclado al énfasis que la palabra plantea. Por esto siento que fue un ‘Réquiem’ muy extrovertido”, apunta. “Con los años me he ido centrando más en un aspecto que, si bien lo tuve presente en el inicio, pasó a ser determinante y que corresponde a mi certeza de que Brahms y Beethoven son los compositores que mejor ‘hablan’ con la música, con los sonidos. Al madurar, comencé a acercarme al ‘Réquiem’ de Brahms más desde su tímbrica, más desde lo que los sonidos dicen. Esto ha hecho que el tiempo musical también haya variado. Lo que hago ahora es más lento, pero también más pensado en la belleza de la expresión musical desde el punto de vista tímbrico”.
Como colofón, el maestro Valdés confía en que “este sábado el público salga del teatro conmovido por la belleza de esta obra y por la reflexión que plantea en torno a un momento tan crucial en la vida de todos los seres humanos”. “No pretendo nada desde el punto de vista histórico”, apostilla. “Lo único que debe importar es lo que experimentemos todos juntos -público, orquesta, coro y solistas- precisamente este sábado”.
Amor perpetuo
Enamorada eterna de “Un réquiem alemán’ -tanto que lo desea para el final de sus días- la profesora Acevedo Lucío comenta que esta es la tercera ocasión en la que prepara la Coral Filarmónica de San Juan para esta obra. “La primera fue para el maestro Odón Alonso y luego -hace 15 años- para el maestro Helmuth Rilling”, señala. “Siempre es un regalo inmenso poder trabajar una obra tan conmovedora y hermosa como esta, una de las más extraordinarias del repertorio coral-sinfónico”.
Fue hace alrededor de cuatro décadas cuando la profesora Acevedo Lucío descubrió el “Réquiem” de Brahms, mientras era estudiante graduada en el College Conservatory of Music de la Universidad de Cincinnati. “Me enamoró por completo, quede fascinada por su belleza aun antes de saber siquiera qué decía el texto”, recuerda. “Es difícil de explicar lo que sentí en aquella ocasión. Sólo pensé: ‘¡Dios mío, qué es esto!’. Fue una emoción indescriptible cuyo recuerdo aún ahora me conmueve”.
Al intentar explicar las razones por las que ama tanto esta obra, la directora coral comenta que “la parte musical sentimental es lo primero que emerge al escucharla”. “Es pura magia, no solo musical, sino respecto a lo que significa la vida y sus ciclos, lo que significa vivir el momento a plenitud. Esta reflexión se queda conmigo cada vez que escucho esta composición. Brahms fue una persona que revisó sus obras hasta el cansancio. Su ‘Réquiem’ fue una obra que tuvo un proceso de gestación muy lento y meticuloso que se prolongó por alrededor de once años y de ese cuidad nació una obra maestra”.
“En cuatro décadas he vivido muchas experiencias, buenas y malas, felices y muy tristes, como mujer, como madre, como profesora, como amiga.. en fin”, dice pausada la profesora Acevedo Lucío al reflexionar sobre lo que ha vivido desde que su camino se cruzó con la obra de Brahms. “Todas esas vivencias me hacen ver la obra desde una perspectiva que se transforma constantemente, que madura conmigo según lo que vivo. Veo el mensaje de consuelo de Brahms y eso influye en la manera como yo veo ese proceso de la vida y de la muerte. Esta obra me ha enriquecido y me ha hecho ver la vida de una manera mucho mas plena y serena. Quiero agradecer al maestro Valdés por la oportunidad de hacer esta obra y a mis coralistas, quienes han hecho un trabajo excepcional, muy especialmente a David Guzmán, por la ayuda extraordinaria al cuidado de la dicción y pronunciación del alemán. Esto ha hecho una gran diferencia en la proyección de nuestras voces”.
(Este artículo fue publicado en la página # 62 de la edición impresa de El Nuevo Día del 26 de febrero de 2016)