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Marcelo Álvarez: "La base del amor es el asombro"


“Mirá vos, cantar para mí es un acto de amor y la clave para que esa llama no se apague está en mantener intacta la capacidad de asombro”, asevera el estelar cantante argentino Marcelo Álvarez, en la continuación de una charla que comenzó hace casi tres lustros y que se reanudó hace apenas un par de días, con su regreso a la Isla para seguir dando vida a esa pasión incandescente que le ha permitido mantenerse en la cima entre los mejores tenores del mundo a lo largo de una carrera profesional que pronto alcanzará el cuarto de siglo.

Luego de su debut en Puerto Rico en abril de 2002, Marcelo volverá cantar aquí este jueves 31 de marzo a partir de las 8 de la noche, en el Teatro Bertita y Guillermo L. Martínez del Conservatorio de Música de Puerto Rico, como parte de la serie “Grandes Artistas en el Conservatorio” producida por CulturArte de Puerto Rico, en una velada en la que estará acompañado por la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico bajo la batuta de la maestra Keri-Lynn Wilson. Como artistas invitadas se presentarán las jóvenes sopranos Carmenchú Domínguez y Sibelle Márquez.

Desde aquella distante visita -y de la charla que entonces iniciamos- el Marcelo que ahora nos habla mantiene intacto aquel fuego que a los 30 años de edad lo llevó a dejar una carrera en economía -y un rentable negocio familiar en su ciudad natal de Córdoba- para perseguir su sueño de ser cantante, estimulado por un par de amigos y Patricia -su novia entonces, hoy su esposa y quien primero creyó en él- sin más recursos que una voz muy prometedora, paciencia y humildad en dosis parecidas… y una enorme vocación por el asombro.

“Cuando miro el camino recorrido me doy cuenta de que siempre he tenido una gran paciencia, humildad y capacidad para sentirme asombrado por lo que trae cada día”, nos dice con un énfasis que refuerza a menudo con un breve silencio previo, mientras se mesa el cabello con la mano derecha. “Nunca he dado nada por descontado ni he pensado que me merezco más de lo que me he ganado con mi trabajo y mi talento. Mi carrera fue siempre muy criticada… por ejemplo, cada vez que hacía una nota aguda y no daba un do, me crucificaban. Decían que mi técnica era incorrecta, que no era posible que cantara un repertorio dramático con una voz tan alta, tan joven y tan fresca. El tiempo me ha dado la razón. Hoy mis colegas me dicen que mi voz parece de un chico de 35 años, cundo ya cumplí 54. He sabido esperar y esto ha sido parte del secreto: paciencia”.

Marcelo -quien reside en Italia con Patricia y Lautaro, el hijo de ambos, de 18 años de edad- agrega que ha sido “fundamentalmente un autodidacta” y que muy temprano -al inicio de su carrera- entendió “los límites de la vida”. “Mi garganta siempre fue la de un tenor lírico spinto, con la capacidad de un dramático… el ‘color’ de mi garganta tiende al rosa del barítono”, explica. “Como empecé tarde, comencé a cantar con una deformación natural en mis cuerdas. Aprendí a cantar alto y poco a poco he ido bajando, logrado un color más baritonal y más afín a lo que soy. Ahora cada nota que canto tiene más relación conmigo y con lo que siempre busqué”.

MARCELO DE VIVA VOZ...

“Descubierto” sucesivamente en Argentina por Giuseppe Di Stefano y Luciano Pavarotti, Marcelo recuerda que fue el primero quien -después de escucharlo y felicitarlo- le dijo: “vende todo y vete a Italia”. “Le hice caso y luego Pavarotti también me dio todo su apoyo. Desde aquellos días me distinguí por mi fraseo, por mi preocupación de que cada palabra se entienda, cualquiera que sea el idioma en el que estoy cantando”.

Habituado a cantar en los mejores teatros del mundo porque es donde mejor puede “seguir aprendiendo”, Marcelo comenta que su carrera es para él “como un sacerdocio” y que por eso la llama que lo alimenta nunca languidece. “Cada vez que me paro en un escenario no pienso si la sala es pequeña o grande, si el público es europeo o americano, si es ópera o concierto… nada de eso hace diferencia. Solo pienso que se trata de una nueva oportunidad de dar amor, de hacer feliz a la gente por al menos un par de horas. Cuando me preparo para eso nada me es indiferente, todo es importante. Es el privilegio de dar amor a un público que viene a escucharme. Eso es lo más importante. Lo que hago o intento hacer es dar felicidad a la gente. Cantar es el recurso que tengo para lograr eso. A los cantantes jóvenes les digo que no se dediquen a esto a menos que deseen con toda su alma dar amor. Cantar es eso y la gente no es estúpida, la gente siente si detrás de cada nota está ese intento genuino y cabal de dar amor”.

Marcelo retoma el tema del asombro como piedra de toque para la incandescencia de su pasión por el canto y señala que “lo que nos aleja del asombro, es el miedo, el odio, la rabia… todo eso que tanto se pregona hoy”. “Yo trato de escuchar lo que pasa pero eso no participa en mi arte”, explica. “Tengo la capacidad de aislarme y de llorar cuando me emociono con algún pasaje de la obra que esté estudiando. Yo amo todavía la ópera… no quiero que me toquen el asombro que tengo por ella. La base del amor es el asombro. Sigo teniendo la capacidad de asombrarme y de emocionarme y eso es lo que me motiva a continuar. El día que pierda eso tal vez deje de cantar”.

Fanático en el balompié del argentino Boca Juniors y de la italiana Juventus, Marcelo asevera que es “terriblemente honesto” y también "muy crítico" consigo mismo, "sobre protector" con quienes están dentro de su órbita y "muy exigente". “También soy un poco vanidoso cuando voy a salir al escenario, porque tengo que creerme que en realidad soy bueno para dar a la gente lo que se merece, pero eso se va una vez estoy cantando. Al terminar, cuando llegan los aplausos, suelo ‘comerme’ los labios, como no creyendo que me merezca la ovación… así soy también de contradictorio”.

Aunque parecería temprano aún para pensar en el retiro, Marcelo dice que ya a veces piensa en eso porque no tiene vida para otra cosa. “Si en verdad quieres darte a la gente y dormir en paz, esta carrera es muy sacrificada”, apunta. “Yo casi no salgo, mi agenda artística es muy intensa. No bien termino una función, ya estoy pensando en la próxima. Cuando deje los escenarios me veo como maestro de canto, en alguna escuela”.

Lo mismo que dice a Lautaro -cuya voz de tenor comienza a hacerlo seguir las huellas del padre- Marcelo dice a los jóvenes que sueñan con cincelar una trayectoria en el sinuoso mundo de la ópera. “Sean auténticos y no tengan miedo a equivocarse”, sentencia. “Confíen en su intuición y crean en ustedes mismos. Eso me dijo 'Pipo' Di Stefano, que no permitiera que nadie destruyese mi intuición en el canto, porque eso es un don único. No tengan miedo a hacer el ridículo, chicos… cada uno es único".

(Una versión abreviada de este entrevista fue publicada en la edición impresa de El Nuevo Día del 29 de marzo de 2016)

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