Edgar Abraham vuela con "Unique" en Bellas Artes
El tic-tac de un reloj al lado de su cuna -el paso del tiempo hecho ritmo- es una de las cosas más remotas que Edgar Abraham guarda en la memoria -aun antes de aprender a hablar, aun antes de dar su primer paso- recuerdo que sería el punto de partida de una vida consagrada a la música y al saxofón que este viernes -a las 8 p.m.- tiene como estación la Sala Sinfónica Pablo Casals del Centro de Bellas Artes con su concierto “Unique”, que revive el éxito del programa que presentó hace poco más de un año, en su debut en el Carnegie Hall de Nueva York.
Edgar estará acompañado por Jimmy Rivera, en la batería; Giovanni Ortiz, en el bajo; Emmanuel Rivera en el piano y Alfredo Rodríguez en la percusión, así como por la bailarina de flamenco Maruja, quien intervendrá en el estreno de “El matador y la gitana”, una de la obras del repertorio compuesto íntegramente por Edgar Abraham quien, luego de poco más de veinte años de carrera, camina convencido de que la música representa para él la mejor manera, no solo de sentir la vida sino, también, de tocar a la gente.
“Ha sido una vida de mucho trabajo, de mucho aprendizaje de grandes colegas, de grandes maestros y, desde luego, del público que me honra con el privilegio de escucharme. Y sé que seguiré aprendiendo”, dice Edgar en el estudio donde acostumbra dar cauce a esa pasión que cultiva desde la infancia, inspirado por su padre -maestro miembro de la sección de violas de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico- y de toda la influencia del ambiente musical propio de ese ADN paterno. “Lo primero que recuerdo es el tic-tac de un reloj al lado de mi cuna. Ese tempo siempre me llamó mucho la atención. Luego vino escuchar tanta buena música en mi casa, ver a mi padre tocar una suite de Bach en la viola y disfrutar del arte de Tito Puente y de tantos otras estrellas del jazz latino. Esas influencias sin duda marcaron no solo mi niñez, sino lo que vendría después en la juventud y en la adultez”.
Criado entre Levittown y Corozal, Edgar Abraham comenta que de esa geografía recibió también una gran influencia, en especial de la música campesina, la que nace tierra adentro y de varios de los grandes maestros del género. “Creo que una de las razones que han hecho de esta carrera algo tan pleno para mí ha sido mi interés y mi curiosidad por explorar la mayor cantidad de avenidas musicales, tanto la del folclor nuestro como la de la música clásica y, por supuesto, el jazz”, apunta. “La música clásica, por ejemplo, ha sido crucial en mi proceso de depurar la técnica, mientras que el jazz es lo que me permite volar y esta es una de las características que mantienen incandescente mi amor por lo que hago”.
“Dedicarse a esto con la intensidad que yo lo hago demanda, entre otras muchas cosas, una gran dosis de fe en uno mismo... Soy músico 24-7 y por eso toda mi existencia gira alrededor de la música"
Edgar Abraham
Con el violín y la flauta dulce como sus primeros instrumentos, Edgar Abraham explica que el saxofón llegó a su vida casi por accidente, luego de escuchar a leyendas como Stan Getz y Charlie Parker. “Mi abuelo tenía una gran colección, con mucho jazz, y de ahí viene mi gusto por el saxofón”, explica. “Fue en esos días que también llegó a mi vida el saxofón que me sigue acompañando fielmente, que lo encontramos en un pulguero, sucio, mohoso, en fin, hecho polvo. Mi padre lo compró por sesenta dólares y luego descubrimos que es un instrumento finísimo, un Selmer Paris que nuevo pude costar siete mil dólares. Se mandó a restaurar y desde entonces ha estado conmigo”.
Discípulo de maestros como Víctor Payano, Leslie López y Wilfredo Corps y ganador del Grammy Latino en mancuerna con Calle 13, Edgar Abraham -quien actualmente cursa sus estudios de maestría en el Conservatorio de Música de Puerto Rico- asevera que su mejor razón para vivir enamorado de la música es ver feliz a la gente cuando lo escucha tocar. “Ese siempre ha sido el estímulo fundamental para mí, sentir cómo el público encuentra placer las notas que escucha salir, no solo de mi saxofón, sino también de mi alma La música es un acto de nobleza cuando se hace con el corazón. No se trata de la fama, sino de buscar dentro de una para, desde ahí, hacer contacto con la gente”.
En esa misma línea, Edgar Abraham apunta que respeta profundamente el tiempo que cualquier persona se toma para escucharlo tocar. “Hay un responsabilidad enorme hacia esa persona que está ahí… es parte del proceso creativo que fluye de una manera espontánea, en especial cuando se improvisa. Es como tirarse en un paracaídas, algo que nunca he hecho pero que debe sentirse así, con mucha adrenalina… es una sensación de una alegría indescriptible”.
La mar de exigente consigo mismo, Edgar Abraham -prepara para el lanzamiento, durante el verano de “Caribe”, su nueva grabación que integra el latin jazz como ritmos bailables como la salsa- tiene la certeza de que siempre es posible hacer mejor las cosas y por eso lleva al límite todas las posibilidades a su alcance, con un catalogo de quehaceres que incluye no solo la ejecución, sino también la composición, los arreglos y la enseñanza. “Dedicarse a esto con la intensidad que yo lo hago demanda, entre otras muchas cosas, una gran dosis de fe en uno mismo”, asevera. “Soy músico 24-7 y por eso toda mi existencia gira alrededor de la música, aunque también le dedico tiempo a la pintura y al budismo, disciplina que me ayuda mucho a tener armonía en todos los demás aspectos de mi vida”.
(Publicada en El Nuevo Día del 29 de abril de 2016)