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Yalí-Marie Williams: "Ser madre, mi mejor papel"


La vida es una sucesión perpetua de decisiones y con cada una de ellas se va haciendo ese camino único en el que es imposible dar un paso atrás. Aunque pocas veces se tiene plena conciencia de esto, nada determina tanto el escenario de nuestros mañanas como ese constante e incierto elegir, siempre con la esperanza puesta en que lo que se construye a cada paso algún día sea parte de un pasado luminoso.

Con una carrera profesional que despegó de manera esplendorosa hace ya poco de más de tres lustros con su triunfo en Operalia de 1999 -edición realizada en Puerto Rico- la soprano Yalí-Marie Williams no ha escapado a esa inexorable realidad, con decisiones que han dado a su vida un cauce definido por prioridades en las que el papel de madre ha demandado de ella toda su pasión, todo su tiempo y toda su atención.

Ahora Yalí-Marie regresa a Puerto Rico desde su hogar en Texas para ser parte de la Gala Zafiro con la que Ópera de Puerto Rico celebra su cuadragésimo quinto aniversario el próximo sábado. Hoy Yalí-Marie conversa con nosotros sobre la niña que fue, la artista y soprano que ha sido y -sobre todo- la madre que siempre será.

Justamente en este momento de tu vida, cuando miras por encima de tu hombro, al pasado, al camino recorrido desde tu temprana infancia, ¿qué ves? ¿qué reflexión te provoca?

Lo primero que pienso es lo agradecida que le estoy a Dios por tantas cosas buenas que me ha mandado y pienso también en qué he hecho para merecerlas. Para empezar, le doy gracias a Dios por la salud con la que nos ha bendecido a todos en mi familia, por el amor y los valores que nuestros padres nos inculcaron. A ellos les agradezco por nuestra educación y por creer en nosotros. Mis tres hermanos Diana, Juan y Michelle han sido parte de los cimientos en la estructura de mi vida. Gracias a Dios también por haberme mandado a mi “media mitad”, el hombre más paciente, romántico, fajón y mejor padre, mi Arturo. Agradecida por mi carrera y por saber apreciar los sacrificios que viví para llegar y tratar de ser la mejor madre posible para mi mejor actuación y logro en la vida: mis dos ángeles AJ y Ariana. Sin duda, ser madre, mi mejor papel. Siempre mirando la luz al final del túnel y con mucha fe.

¿Cuál es el recuerdo más remoto que conservas, ese en el que te diste cuenta de que estabas en el mundo, de que estabas viva?

Bueno no sé si sea el más remoto, pero uno de los más felices que siempre guardo conmigo -y sé que mis hermanos también- es de cuando estábamos en escuela intermedia y superior. Mis papás tenían una casa de playa en Luquillo. Para nosotros el viernes era el día favorito porque después de la escuela salíamos todos los fines de semana y los veranos para allá. Compartíamos en familia, jugábamos dominó y volley-ball, tenis, cogíamos sol y mar. Todavía veo a mi abuelo, Papi Feyo, ‘joggeando’ en la orilla del mar o en su bicicleta… Pero lo que más recuerdo era el ambiente tan perfecto, la alegría de todos nosotros, la sonrisa de mi mamá y los chistes de mi papá. Era como si dejáramos todos los problemas en San Juan y respiráramos paz en Luquillo.

¿Cómo describirías esa niñez? ¿De qué manera te marcó?

¡Fue una niñez feliz! Y también de mucho aprendizaje porque sabemos lo mucho que mis papás se fajaron para podernos dar esos recuerdos con responsabilidad. Me llenó de ánimo y de un sentido de lucha en todo lo que hago y sé que así será hasta mi último día. No ha sido fácil, pero dicen por ahí que lo que llega fácil se va fácil. Sabré que he llegado cuando logre dar esos recuerdos a mis dos hijos.

Cuando eras niña, ¿qué soñabas ser cuando fueses ‘grande’? ¿enfermera? ¿doctora? ¿astronauta? ¿cantante? ¿Y por qué anhelabas eso?

Cuando era niña pensé tener muchas profesiones, desde maestra -como mi mamá-, y estilista -en un salón de belleza que monté con mi hermanita Michelle-, hasta veterinaria, porque me encantan los perros y los caballos. Cuando mi hermana mayor Diana se fue para Cornell a estudiar hotelería, comencé a dirigirme hacia eso. Gracias a Dios que cambié de parecer porque se necesita ser bien extrovertido y poco tímido y yo, definitivamente, no tenía esas dos cualidades. Pero lo que menos imaginé era terminar ¡cantando ópera o siendo madre!

¿Cuál consideras que fue tu debut profesional y qué recuerdas de ese momento?

Fue en Puerto Rico. Me invitó Teatro de la Opera para la producción de “Otelo” que hizo en el 2001, acabando mi maestría en el Curtis Institute de Filadelfia. Canté la Desdémona, con Antonio Barasorda como Otelo y Justino Díaz como Iago, usando el mismo vestuario que utilizó en la película que hizo con el maestro Plácido Domingo y Franco Zefirelli. Todavía guardo “il fazzoletto¨, el pañuelo que Justino me regaló a final de la función. Quizás él no se acuerde pero yo sí y guardaré ese pañuelo hasta mi último día.

"Ahora que mis hijos están un poco más grandes y un poco más independientes comenzaré a añadir nuevamente mi carrera en la ecuación. La extraño y sé que todavía tengo mucho para dar"

Yalí-Marie Williams

 

Aunque ya hemos conversado de esto antes, tenemos que hacer nuevamente referencia a tu triunfo en Operalia en 1999 que dio un impulso enorme a tu carrera. A diecisiete años de ese éxito, ¿cómo lo ves en retrospectiva? ¿qué reflexión te provoca?

Operalia ha sido uno de mis mayores logros y me impulsó a seguir trabajando fuerte. También fue una época de muchos intentos en mi vida. Gané tan joven y con tan poca experiencia, que si pudiera echar el tiempo atrás haría unas cuantas cosas y decisiones de diferente manera.

Al ganar en Operalia, tu trayectoria vivió un momento en el que te trazaste varios objetivos… ¿cuáles fueron los principales y en qué medida se han cumplido?

La primera decisión fue cuidar mi voz y no permitir que me empujaran a hacer papeles que todo el mundo pensaba que estaba lista para hacer. También me propuse confiar en mi instrumento, en mi maestra y en mi instinto. Parece fácil de hacer pero no lo es cuando te ofrecen “villas y castillas”. Es difícil tener que decir “no”, y más si eres tan joven.

Cuando cantaste en Puerto Rico por última vez, Arturo José iba a cumplir tres años y Ariana Yalí, uno… hablemos con calma de lo que esto ha significado en tu carrera, pero sobre todo en tu vida… primero: ¿qué ha significado la maternidad para ti? Algo de esto conversamos entonces, pero ahora, con dos años más como madre, ¿cómo reflexionas esta experiencia? ¿cómo te ha cambiado?

¡El ser mamá qué bendición! Arturo José tiene 5 y Ariana Yalí 3… ¡Cómo vuela el tiempo! Cuando conversamos por última vez todavía los veía como mis bebés y ahora ya están tan grandes. Pero sé que seguirán siendo mis bebés aunque tengan 40 años. Dios permita que pueda llegar a verlos realizados. Como madre, seguir con mi carrera como cantante ha sido bastante difícil. Arturo -mi esposo- y yo vivimos muy lejos de la familia, en Burleson, Texas, como a diez minutos de Fort Worth, y dejar a los nenes con familiares no funcionó. Así que tuve que tomar una decisión, muy dura respecto a mi carrera y hacer un alto, pero a la vez muy fácil como madre. Ahora que mis hijos están un poco más grandes y un poco más independientes comenzaré a añadir nuevamente mi carrera en la ecuación. La extraño y sé que todavía tengo mucho para dar. Les agradezco tanto a las personas que me apoyaron en los momentos de esa difícil decisión y que todavía me siguen apoyando y creyendo en mí. Esas personas saben quienes son… ¡gracias!

¿Qué rasgos definen mejor a tus hijos en cuanto a caracteres? ¿cuál es más como tú y quién es más como su papá?

Arturo José -“AJ”- es más como su papá, muy noble, cariñoso y buen bailarín. Puede entonar y es un poquito más tímido, como yo. Ariana Yalí es más extrovertida e independiente, le encanta cantar, pero no entona ni por casualidad… como el papá. ¡Él lo sabe y a mí me encanta!

Durante estos dos años… ¿qué has hecho profesionalmente?… ¿o te has dedicado por completo a tu hogar? ¿Cómo has mantenido la voz en forma?

Ahora que los niños van a la escuela tengo más tiempo para mis estudios y ejercicios vocales y unos cuantos conciertos, aquí y allá. Estoy trabajando con coaches de Fort Worth y Dallas para ponerme en el mercado nuevamente, en busca de un representante y retomar el camino donde hice la pausa. Sé que no va ser fácil pero estoy lista para la batalla y ahora no lo hago solo para mí y porque lo amo, sino también por mis dos ángeles.

Respecto a esta invitación para la Gala Zafiro de Ópera de Puerto Rico… . ¿qué ha significado para ti esta entidad? ¿Cuáles son los mejores momentos que recuerdas con esta compañía?

Ópera de Puerto Rico ha sido mi bendición. Las oportunidades que me ha brindado como profesional y como persona son infinitas. Las amistades que comenzaron allí son mi familia ahora Howie, Tony, Raquel, Carlos. Ellos me ayudaron a hacer realidad mis sueños y a crecer como artista. Ha sido un privilegio enorme trabajar con tantos buenos amigos y excelentes artistas… Vale, Lonka, Alfonsina, Flor, todos ellos ‘backstage’. El coro de Jo-Anne, directores como los maestros Valdés y Pabón. El mejor amante/héroe en escena como Rafi Dávila. Papá o prometidos jocosos como Ricardo Lugo. No hay mayor gusto que poder “morir” en la Isla para nuestro publico. Todos los papeles con Ópera de Puerto Rico han sido muy especiales, pero sobre todo Traviata, Butterfly y Suor Angelica. ¡Gracias a toda la familia de Ópera de Puerto Rico!

¿Qué momentos son los más memorables de tu carrera y por qué?

Operalia por supuesto fue uno de ellos. Otra fue con Los Ángeles Ópera donde la Luisa Fernanda se enfermó y me volvieron a llamar esa misma tarde para cantar con Placido Domingo. Acabé cantando nueve de las once funciones. Cantar en Napoli, Italia, fue otra experiencia que marcó mi vida. Pero la Butterfly siempre la llevaré en mi memoria como una de las más sublimes y especiales por todo lo que viví con ella.

Si pudieras hacer de nuevo un solo papel de todos los que has hecho, ¿cuál sería y por qué?

Me encantaría volver hacer el de Sour Angelica y el de Marguerite, en “Fausto”, porque ahora sí sé qué es ser madre de verdad y siento que eso me permitiría hacer unas interpretaciones muy distintas, más genuinas.

¿Qué papel aún no has cantado y sueñas con interpretar?

Tosca… estoy loca por hacerla. Es una heroína de muchos matices y sentimientos encontrados. Para poder matar a alguien tienes (me imagino) que ser una persona bien fuerte en lo que crees y amas. ¡Cantar las melodías de Puccini con esa orquestación y sintiendo lo que ella siente! ¡I love my job! Se me eriza la piel de pensarlo.

Si pudieras volver a vivir uno solo de todos los días que has vivido -en lo personal o profesional- ¿cuál sería y por qué?

¡Chico! ¡Esta me la pusiste bien difícil! Uno solo no es posible. Creo que escogería el día en que me casé y lo cogería más ‘relax’ y lo disfrutaría más de lo que lo disfrute… ¡y mira que gozamos! Otros dos días serían cuando nacieron mis hijos.

¿Qué queda en ti de la niña que fuiste?

Creo que bastante y eso es para poder lograr un balance con la Yalí adulta. Sé que cuando uno va creciendo y va madurando las experiencias te van cambiando la forma de ver la vida. El ser niña me ayuda con mis hijos. Poder ponerme en su lugar y jugar con ellos. Ariana y AJ me han ayudado a ‘sacarle el polvo’ a muchas cosas de niña en mí. De esa niña que fui siempre quedará en mí la timidez, mi amor hacia mis padres y hermanos, creer en los cuentos de hadas con un final feliz y un príncipe azul.

¿Cuál crees que es tu mejor atributo y por qué?

Creo que ser detallista. En todo lo que me propongo trato de dar el cien por ciento y dedicarle todo mi enfoque, sea con los niños, mi esposo, la familia, la música.

¿Y qué cambiarías en ti?

Le pediría al Señor más paciencia…

De la misma manera como empezamos, ahora te pregunto: cuando te paras en las puntas de los pies y miras hacia delante, intentado descubrir lo que hay en el futuro, ¿qué ves?

Espero poder ver a mis hijos realizados como profesionales y cada uno con su vida de familia. También llegar a estar satisfecha con lo que logre alcanzar como artista y cantante. Me encantaría poder viajar el mundo con mi marido sabiendo que logramos lo que nos estamos proponiendo y luchando en estos momentos de nuestras vidas. Nada más pensarlo me hace sonreír.

¿Con qué sueñas con los ojos abiertos? ¿Si la vida se te sentara al lado y te dijera “Yalí-Marie, por la manera como has vivido, mereces que te conceda un deseo”, ¿qué le pedirías?

Llegar a ser una viejita saludable, junto a mi viejito Arturo y podernos gozar a nuestros hijos y nietos. Esto es lo que más deseo.

(Una versión abreviada de esta entrevista fue publicada en la edición impresa de El Nuevo Día del 10 de mayo de 2016)

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