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Rolando Alejandro, en pos de un sueño llamado Juilliard


Aunque solo tiene 17 años, su historia es vieja, al menos tanto como él, a contrapunto con un sueño que comenzó a fraguarse también desde la infancia, tan pronto intuyó que la vida, para que tenga un posibilidad de ser como queremos, primero hay que soñarla y -como a las chiringas- darle hilo para que vuele, para que remonte.

Aquel sueño que nació sin nombre con el tiempo se ha convertido en el proyecto de vida de Rolando Antonio Alejandro, un joven pianista con un talento inmenso que conocí casi por accidente hace poco menos de dos años en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, mientras él practicaba -lo recuerdo perfectamente por el asombro que me provocó- el primer movimiento de la segunda de las sonatas de Chopin.

Aquel sueño -que decía, nació sin nombre- ya lo tiene y se llama Juilliard, que es el lugar al que Rolando Alejandro partirá en agosto próximo para estudiar y continuar convirtiéndolo en una realidad cotidiana haciendo lo que más ama: tocar el piano. Pero sucede que el sueño tiene un precio considerable. Un año académico en Juilliard puede llegar a costar tanto como $61,000. Rolando ha recibido una beca de $24,000 de parte de la propia escuela, por lo que aún necesita $37,000. Y esto tan solo para el primer año, una cantidad fuera de las posibilidades de la familia del joven razón por la cual se ha iniciado una campaña en internet (en www.gofundme.com/RolandoAntonio) que aspira a recaudar de donantes los fondos necesarios para sufragar buena parte de los poco más de $100,000 que costarían los tres años que el joven espera estar en esa legendaria institución.

La historia

Claribel Llantín -madre de Rolando- recuerda que desde muy pequeño éste acostumbraba sentarse a escuchar practicar piano a su hermano once años mayor. “Rolando se sentaba junto a él y solía sacar cosas de oído”, explica. “Somos una familia muy musical. El padre de Rolando es trompetista, su hermana menor toca guitarra clásica y yo he escuchado música clásica desde siempre y sé que Rolando también la escucha desde que estaba en mi vientre”.

Aunque Rolando tuvo una infancia bastante normal, con una amplia gama de actividades, la música siempre ocupó un nicho especial. “Siempre dije que quería ser pianista, aunque no lo tenía tan claro como ahora”, comenta el joven. “Jugué baloncesto y tenis de mesa, practiqué la natación y el tae-kwon-do, pero desde los seis años comencé a pedirle a mi mamá que me pusiera a tomar clases de piano, pero ella no quería que empezara tan pequeño con la presión que impone estudiar con seriedad un instrumento”.

Las clases llegaron y también el rigor de la disciplina. Todos los días Rolando se levantaba -recuerda su madre- a las cinco de la mañana para practicar el piano durante hora y media. Luego se iba a la escuela elemental, de la que regresaba a las seis de la tarde, para dedicarse entonces al piano durante un par de horas más.

Un año académico en Juilliard puede llegar a costar tanto como $61,000. Rolando ha recibido una beca de $24,000 de parte de la propia escuela, por lo que aún necesita $37,000. Y esto tan solo para el primer año

 

“Eso fue demasiado fuerte para él, hasta que llegó el momento en el que tuvimos que sacarlo de la escuela y darle ‘home schooling’, siempre con el piano como la máxima prioridad para él”, comenta Claribel. “Desde los once años comenzó a estudiar con la profesora Teresa Acevedo, que tan importante ha sido en todo este proceso. A los 14 años, Rolando fue a un campamento de verano en Interlochen Center for the Arts y esa experiencia fue crucial para él… y también para todos nosotros en la familia”.

Hasta antes de ese viaje, Rolando siempre tuvo una inquietud que poco a poco se había asentado como una certeza: siempre se sintió “raro”, -señala Claribel- “muy diferente a los demás”, sin poder “encajar” en los ambientes tradicionales de sus pares y esto a menudo lo frustraba. “A las dos semanas de haber llegado a Interlochen, Rolando me llamó por teléfono y me dijo, ’mama aquí todo el mundo es como yo… ¡todos somos raros!’, y yo dije ‘ves Rolando como es que no eres tan raro’. Y me aseguró que ahí él era ‘como un pez en la misma pecera que los demás’. ‘Todo el mundo habla el mismo idioma que hablo yo’, me aseguró casi eufórico. ‘¡Qué fantástico!’, le respondí. Esas seis semanas en Michigan fueron muy felices para él… estaba como en Disney. Estar en Interlochen es un sueño para cualquier músico”.

Pocos días después de regresar a Puerto Rico, mientras iba con su madre en el auto, Rolando le dijo -con un aplomo y una seguridad sorprendentes para su edad- “yo no voy a ser doctor, yo no voy a ser ingeniero, yo no voy a estudiar nada que tenga que ver con ciencias, matemáticas o historia… yo voy a ser pianista”. Así de contundente e inapelable. Claribel y Rolando padre conversaron al respecto y él le dijo que, efectivamente, lo que Rolando quería hacer con su vida no lo haría como estudiante de una escuela intermedia o superior.

Al año siguiente -con quince años de edad- Rolando ingresó en el Conservatorio de Música de Puerto Rico y en marzo de 2015 participó en la Competencia Internacional de Piano de Hilton Head, en Carolina del Sur. “Esta prueba fue otro de esos momentos fundamentales en todo este proceso”, apunta Claribel. “Los muchachos que participaron estaban a otro nivel, unos verdaderos virtuosos. Jóvenes de 14 y 15 años tocando como maestros de 30. Teresa Acevedo nos acompañó en ese viaje y ambas comentamos que era impresionante la categoría de los concursantes, pero a la misma vez nos hizo sentir muy bien ver que Rolando estaba ahí, compitiendo en ese nivel”.

“No es lo que tocaban, sino cómo lo tocaban”, recuerda Rolando. “Regresé de allá totalmente convencido de que esto es lo que más deseo hacer con mi vida. Estoy listo para el próximo paso y para eso necesito la ayuda de personas que creen en jóvenes como yo y en la música”.

Rolando fue aceptado para audicionar en el Conservatorio de Boston y en las escuelas de música de Curtis y Juilliard y fue aceptado en la primera y en la última. “Estas invitaciones llegaron luego de un proceso de preselección mediante un vídeo sin editar con alguna ejecutoria de solicitante”, acota Claribel. “El solo hecho de que Rolando haya sido invitado a audicionar a estas tres instituciones es ya de por sí algo muy importante al momento de pensar en su talento y potencial. No muchos son invitados, menos aun a un lugar como Curtis, por ejemplo. Finalmente nos decidimos por Juilliard y desde que tuvimos claro esto, hemos estado sometidos a unos días muy intensos, viendo la manera de hacer posible este sueño de Rolando”.

En su perfil de Facebook Claribel amplía en las razones detrás de esta campaña de recaudación de fondos: “La campaña se hace, primero, porque nuestro apellido no es Rockefeller y, segundo, porque no me gustaría que Rolando termine un bachillerato con una deuda de100K”, escribe. “El éxito depende de 4 factores y cito a una persona que conoce mucho sobre música: ‘disciplina, educación, relaciones públicas y suerte’. ¿Por qué Juilliard? Sencillo, provee educación a un nivel muy superior, permite hacer las relaciones públicas y le brinda la exposición para que el factor suerte aumente sus posibilidades. Es por esto que estoy trabajando, duro e incansablemente. Es por esto que te pido tu apoyo, es por esto que seguiré trabajando. Te doy las gracias como madre, como amiga, como conocida. Sé que meter las manos en el bolsillo no es fácil, más en estos tiempos tan difíciles”.

Decía que este sueño es viejo. Doy fe de que el sueño tiene futuro. El talento está ahí. Y la pasión y el deseo y el compromiso. Decía también que al sueño hay que darle hilo para que vuele, hilo para que remonte.

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