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Incandescente la 'Novena Sinfonía' de L.V. Beethoven


Pocas obras del repertorio clásico tienen un poder de convocatoria tan inmenso como el de la última de las sinfonías de Ludwig van Beethoven, popularidad que -cifrada sustancialmente en el archiconocido final que le adjudica el sobrenombre de Coral- no ha erosionado un ápice sus valores y dimensión como uno de las grandes creaciones en la historia musical.

Es precisamente con la célebre Sinfonía Coral -la opus 125- con la que este sábado a las 7 de la noche -en la Sala Sinfónica Pablo Casals- finaliza la temporada de abonos 2015-2016 de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, en un programa que incluye a la Coral Filarmónica de San Juan -dirigida por la profesora Carmen Acevedo Lucío- y a un cuarteto de solistas integrado por la soprano Anaís Mejías, la mezzo soprano Odemaris Ortiz, el tenor Rafael Dávila y el barítono Corey McKern, todos bajo la batuta del maestro Maximiano Valdés.

Ojo: En el programa solo se interpretará esta obra. La administración de la OSPR ha hecho hincapié en que el concierto comenzará exactamente a las 7 p.m. y que -una vez iniciado- bajo ninguna circunstancia se permitirá la entrada a quienes lleguen tarde.

“Hacer la Novena de Beethoven siempre es un regalo de la vida, no importa cuántas veces se haya hecho antes”, dice la profesora Acevedo Lucío, quien prepara la Sinfonía Coral por sexta ocasión en su carrera. “La primera vez fue en 1990 y recuerdo que lo vi como un sueño cumplido de hacer una de las obras más emblemáticas del repertorio coral-sinfónico. Los cerca de 18 minutos que canta el coro son, sin duda, de los más intensos en la experiencia de cualquier coralista. El drama y la emoción están tan concentrados en ese lapso que siempre es emotivo, nunca se canta como quien repite algo trillado, jamás. Cada vez que les digo a los coralistas que vamos a hacer la Novena se ponen felices. Es un reto inmensamente placentero… Beethoven desafía las voces y siempre la cantamos como el enorme privilegio que es”.

La profesora Acevedo Lucío agrega que “siempre pensamos que va a haber oportunidad de hacer esta obra otra vez en el futuro, de escucharla en vivo nuevamente, pero eso nunca se sabe, nunca sabemos si solo tendremos esta única oportunidad de hacerlo”. “Por eso el público debe aprovechar esta ocasión”, insiste. “No importa cuantas veces la hayan escuchado en alguna grabación, nada como la experiencia de experimentarla con el sonido en vivo de la orquesta, el coro y los solistas”.

"Desde las primeras notas de esta sinfonía Beethoven traza un arco entre el bien y el mal, entre el caos y el orden… Cuando llega la voz, en el movimiento final, es como si, luego de los tres primeros movimientos, no hubiera nada más que decir solo con los instrumentos, según comentó Sir Georg Solti en alguna ocasión”

Maestro Maximiano Valdés

 

Por su parte, el maestro Valdés señala que la Novena de las sinfonías del inmortal maestro alemán “nunca se ha dado fácil, ni a la costumbre ni a la memoria”. “La mayoría de las sinfonías de Beethoven vuelven a la cabeza con mucha rapidez… algunas con retos muy particulares, como la Tercera y la Quinta, pero siempre están ahí”, reflexiona. “Sin embargo, con la Novena es distinto, cada vez que la hago tengo que comenzar con ella desde el origen, sin importar la cantidad de veces que la he dirigido. No es un traje cómodo, hay que volver a domesticarla y trabajarla mucho”.

“Siempre es -añade el maestro Valdés- una pieza nueva, una pieza enigmática que refleja lo ardua que fue para Beethoven su composición… la Séptima y la Octava, por ejemplo, fluyen muy bien; la Novena, en cambio, es por momentos traumática, como lo era ya el inmenso conflicto interno que vivía Beethoven en ese momento, ya completamente sordo, desencantado con la vida musical de Viena, desilusionado con el mundo que le rodeaba. Desde las primeras notas de esta sinfonía Beethoven traza un arco entre el bien y el mal, entre el caos y el orden… Cuando llega la voz, en el movimiento final, es como si, luego de los tres primeros movimientos, no hubiera nada más que decir solo con los instrumentos, según comentó Sir Georg Solti en alguna ocasión”.

Al reflexionar sobre su octava temporada al frente de nuestra máxima institución musical, el maestro Valdés asevera estar “feliz por el nivel que ha alcanzado la orquesta”. “La temporada que viene es difícil, un poco de repaso de lo que hemos hecho, de consolidación de repertorio, con la gran incógnita de, si al esfuerzo que se ha hecho, vendrá aparejado un proyecto para que la orquesta pueda salir del país y seguir creciendo”, reflexiona. “Vamos a ver si esto es posible… espero que sí, sé que hay voluntad, a pesar de las dificultades económicas. Y esto tiene que ver mucho con audacia, con inventar proyectos y buscar los recursos para hacerlos posibles. En eso estamos, mi compromiso y mi voluntad continúan intactos… vamos a ver qué sucede”.

Con los solistas

“La interpretación de esta obra representa una gran responsabilidad… todo el mundo conoce ese Himno a la Alegría que se puede escuchar en muchas ocasiones en las iglesia”, dice Anaís Mejías. “Irónicamente en esta ocasión no me siento como solista y debo aceptar que es muy refrescante.. Sobre Beethoven se opina que no sabia componer para la voz, sin embargo creo que se le adjudica con un enfoque incorrecto. La voz humana se convierte en una especie de paleta de colores que junto a la orquesta trabaja de manera simbiótica. Personalmente me llena de alegría compartir este protagonismo con el coro y la orquesta; y espero que podamos llevar un mensaje de esperanza y alegría en este momento tan difícil para nuestro país".

El tenor Rafael Dávila comenta que “ciertamente me llena de mucha satisfacción volver a interpretar esta obra junto a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico”. “Con ella hice mi debut en el Festival Casals en el año 2002 y luego tuve la oportunidad de interpretarla por segunda ocasión en el concierto de inauguración de la nueva sede del Conservatorio de Música en Santurce”, explica. “Es una pieza que conmueve a todo aquel que la escucha, aún sin siquiera conocer el texto que inspiró a Beethoven a componer una música que nos eleva a todos. Es una oda a la alegría repleta de mensajes positivos con los que se puede identificar cada ser humano, una oda que habla sobre la hermandad y que, para mí, expresa que debemos caminar alegres en nuestro paso por la vida”.

“Estoy muy agradecida y emocionada por esta oportunidad”, dice Odemaris Ortiz. “Soy amante de la música de Beethoven y sin lugar a dudas esta es mi obra favorita de este compositor. Siempre soñé con algún día ser una de las solistas, en especial cuando la canté como parte del Coro del Conservatorio de Música de Puerto Rico en la inauguración de la nueva sede. Agradezco al maestro Valdés por las oportunidades que me ha brindado. Siempre un honor para mí brindar mi talento a mi querida isla, especialmente de cara a los retos que enfrenta Puerto Rico en estos momentos”.

(Este artículo fue publicado en la edición impresa de El Nuevo Día del 3 de junio de 2016)

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